LOS ÁNGELES — Freddie Freeman es conocido por su poder en el plato, su defensa Guante de Oro y su liderazgo en el campo. Pero esta semana, el primera base de los Dodgers se convirtió en un héroe para algo mucho más grande que el béisbol.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Tras ver a un grupo de niños sentados en una acera agrietada, leyendo libros rotos y obsoletos frente a una escuela con dificultades en el sur de Los Ángeles, Freeman tomó una decisión discreta pero contundente: les construiría una biblioteca. No cualquier biblioteca, sino un centro de aprendizaje de vanguardia de 4,5 millones de dólares, financiado íntegramente con su propio dinero.
Y, sin embargo, lo que Freeman hizo a continuación dejó a la ciudad —y a gran parte del país— en lágrimas.
El Centro de Aprendizaje Freeman: Más que solo libros
Terminado en poco menos de un año, el “Centro de Aprendizaje Freeman” se encuentra a solo dos cuadras de la escuela primaria donde Freeman vio por primera vez a esos niños. Cuenta con:
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Más de 30.000 libros nuevos
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Un laboratorio tecnológico con más de 100 tabletas y computadoras portátiles
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Un estudio de grabación para contar historias creativas
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Salas de lectura tranquilas y espacios de jardín al aire libre.
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Tutoría gratuita después de la escuela y programas de alfabetización de fin de semana
Pero Freeman no se detuvo ahí. En una ceremonia privada a la que asistieron los escolares, sus familias y el personal escolar, hizo un segundo anuncio:
Durante los próximos 10 años, cada niño de esta comunidad tendrá un fondo de becas esperándolo. Si continúan sus estudios, esta biblioteca les ayudará a pagar sus estudios universitarios.
La multitud quedó atónita. Y entonces, brotaron las lágrimas.
Un momento que conmovió a una ciudad
Mientras los estudiantes exploraban la nueva biblioteca por primera vez, Freeman se arrodilló en silencio junto a un niño que leía un ejemplar nuevo de La telaraña de Carlota . El niño nunca había tenido un libro propio.
Freeman le entregó una tarjeta de la biblioteca y dijo:
Este lugar te pertenece ahora. Sueña en grande: aquí es donde empieza.
El video del momento inundó las redes sociales y se volvió viral rápidamente. Tanto aficionados como figuras públicas elogiaron el gesto de Freeman, calificándolo como “uno de los actos más hermosos de un atleta en la historia reciente”.
Un acto generoso… ¿y una llamada de atención?
Si bien la bondad de Freeman recibió elogios universales, algunos aprovecharon el momento para plantear una pregunta más profunda: ¿Por qué fue necesario que un jugador de béisbol financiara algo que ya debería existir?
Los Ángeles es una de las ciudades más ricas del mundo; sin embargo, muchas de sus escuelas públicas enfrentan escasez de recursos, materiales obsoletos y aulas superpobladas. El gesto de Freeman pone de manifiesto un sistema que sigue fallando a sus más vulnerables y nos recuerda que las acciones de caridad privada, si bien inspiradoras, no reemplazan la responsabilidad pública.
Un legado más allá del juego
La carrera de Freddie Freeman puede llegar a su fin, pero esta biblioteca y las vidas que toca perdurarán.
En una época en la que muchas celebridades hablan sin hacer nada, Freeman, silenciosamente, cambió un barrio para siempre. No por atención. No por aplausos. Sino porque vio algo mal y decidió arreglarlo.